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Es un sentimiento de bondad
que no puedo comparar con el “fracaso” sólo por el sonido que representa la
palabra, como si se rompiera algo entre la efe y el caso. Tener que regresar
con otro asunto, como decimos nosotros los latinos de América, más aztecas,
menos indios y nada de americanos: regreso a casa a recargar pilas. Porque el
corazón llama, porque la tierra reclama, porque estamos hechos de más nostalgia
que de familia y la familia nunca deja de extrañarnos. Extraño mucho a todos, a
Nina, a cada gato, a cada persona a todos y no puedo continuar viviendo con ese
sentimiento porque sí el corazón llama la mente calla y el alma se confunde. Y
ella es quien exige conocimiento de vida que en conciencia logra archivar ese
placer que hace girar en la misma tierra en felicidad. La familia.
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