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Ya las fotos listas, ya los recuerdos incompletos. Ya los sueños en la almohada, ya los besos extrañados.
Uno sigue y la vida se detiene a pensar si falta algo por dejar, y en realidad la que se quedó fue ella (la vida) por dudar conmigo. Yo continuo escribiendo mientras envuelvo las hamacas, doblo las hojas y mientras lucho contra la música cerrando fuerte los ojos.
Qué podría hacer un joven lleno de energía como yo con tan complejo laberinto de cabello canoso de noche, negro de día, gris en público. Tal vez sólo deba mirar de lejos, como los horizontes miran a los ojos y las lágrimas sienten a la tierra. Conectados… los que corresponden mensajes sin responder los besos, sin voltear a ver los recuerdos, los abrazos, los acuerdos, pero esos que no se dijeron en mexicano, sino en Cenote, que agua habla, que a viento sabe y acento de hoja seca tiene.
Me tragaré con matcha esos “te amo” que quieren existir, seguro así el sabor a limón desaparezca por completo algún día de éstos o alguna noche de aquellas.
Los quite (los te amo) de los marcos antier cuando te bañabas, yo a prisa, discreto, inexperto y también tonto por tratar de quitar la casa desde dentro, pero aún así lo hice, quite tantos “te amo” como pude, todos según yo, 236 cupieron en la sartén grande, no me atreví a tocarlos después de despegarlos con ese hechizo de olvido que por alguna razón me sé; que tal si yo me pierdo de nuevo como ellos.
Un “te amo” se puede olvidar pero cuando los cree decidí darles memoria y razón para tener un respaldo para cuando yo me fuera lejos o para cuando me fuera a enamorar de nuevo de ti. Los hice a conciencia.

En nosotros las entradas fueron las salidas también, los marcos fueron las pinturas de Anel, los finales las canciones y tal vez después de todo, esos abrazos que permití te atravesarán el corazón con susurros verdes como sé te gusta con miel. Ojalá también pudiera dejar besos, pero esos no sobreviven mucho al calor, se desgastan incluso con la mirada discreta de la noche cerca de la cama, aún así dejaré algunos en tu almohada, en el piso, en tu mat de yoga, en el alba. También ya todos los recuerdos los hice caramelo y los dejé cristalizarse en el refrigerador en forma de panquesito para que no quieras tomarlos pero de noche se te antoje uno. Ya no son míos. Yo los hice, pero mi corazón reclama, sangra por la parte de atrás y no sé cómo sanar lo que no puedo ver, porque todavía me gustas pero todavía no sé cómo decírtelo para ser éste ser.

Espero llegue el día que me noten, vean que puedo ser “una” serpiente y se acerquen, así tal vez aprenda lo básico sobre ese idioma. Garzas por todos lados, idiomas por mis ojos y abrazos sordos de verano con huayas. Porque te amo Pola.

Fin de 42
Entregado el día se su cumpleaños. Nov 2018

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